miércoles, 22 de febrero de 2012

Una hipocresía que vale por mil palabras

 "Hablamos de un accidente"... que se explica porque: "hay una cultura muy arraigada, bien argentina de viajar abarrotados en la punta del tren para no hacer cola al salir". (si...increíble...por eso agrego el video abajo)



Claro, lo que no sabe (??¿¿) o no dice Schiavi es que semejante "avivada" ( la de ir en los vagones de adelante) responden a cumplir con la otra "cultura argentina": la "cultura del trabajo". Tan "natural" y tìpicamente argentina como "el gaucho", la "bic" o el dulce de leche. Pero que no es más que el sufrimiento de miles de personas que TODOS los días tienen que viajar abarrotados, para no llegar tarde a los trabajos (más de la mitad en negro y condiciones muy precarias), por unos míseros pesos, que se pueden ver reducidos por descuentos por llegadas tardes. Una pesada herencia de los `90 (el presentismo) que las burocracias y el gobierno nac and pop no sólo mantienen si no que profundizan. Herencia que mantienen junto a las privatizaciones, que hoy, el impresentable de Caminos de la Fraternidad, le endilgó a la gente..."por haber votado a Menem". 


Estos dichos no tienen más obejtivo que lavarse las manos...una verdadera porquería que esconde las responsabilidades del gobierno y los mafiosos empresarios y sus cómplices de la burocracia sindical.



La de Schiavi no fue más que otra conferencia de prensa de esos hipócritas que tratan de explicar este nuevo crimen a la clase obrera.
Los trabajadores ya lo habían denunciado. Los usuarios ya lo habían denunciado. Los empresarios siguieron llenándose los bolsillos.

Mientras hay gente buscando desaparecidos y la empresa pone en marcha los trenes... ¿No habría que llamar a hacer una investigación independiente, exigir cárcel a Schiavi y los gerentes de TBA y poner en marcha una gran campaña para la nacionalización bajo control de trabajadores y usuarios del tren?

Como dicen los compañeros de La Bordó en su comunicado de prensa“No es una tragedia, es un crimen producto de la desidia de las empresas privatizadas y la connivencia de la Secretaría de Transporte

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